Y descubrí poesía
y lloré.

Como una niña a la que
roban un caramelo

descubrí
poesía.

Lloré.

Ardía

Callados,
escuchando.

Porque la música
era silencio y
ardía en la piel

(como caricias
de un amante amado)

Ardía...

Callados,
pensando.

Porque la tarde
era filosifía y
ardía en la mente

(como acuas
antes de ser ceniza)

Ardía...

Terror

Teníamos miedo

terror

a morir solos.

Solos y rodeados de

absoluto silencio.

Entonces

acordamos una cita,

de aquí a unos años,

para morir juntos y

gritándonos.

Celos

Nunca.

Jamás sentí celos de las mujeres que conociste en el pasado.

A penas me preocupan las mujeres de tu presente.

Pero tengo verdadero terror a las mujeres que conocerás en el futuro.

No soy responsable de lo que piensas cuando no digo nada...

-¡Cuéntame!-

No sé si pretendía ser una orden o una súplica.
De todos modos

me quedé callada
como siempre
escondí la cabeza debajo de la almohada

Lo sé. Soy idiota.

Nosotros

Ya lo entendí

(y sí, duele):

Podemos eliminar la primera persona del plural.

No existimos.

Ni tú ni yo.

Nijuntos

ni por se-pa-ra-do...

Hazlo tú

Hazlo tú
yo no puedo.

Me pesan las manos
las piernas

y los ojos.
Los ojos,

como dos canicas de acero
resecas. Y cortan...

como puñales afilados
Y gritan... Sí.

Gritan y lloran
sin lágrimas.

Ríen sin risa y duelen
como el otoño

que llueve
pero las hojas están secas.

Hazlo tú,
yo

no quiero.