El vaho en los cristales.
Ojos de otra época clavando alfileres en un muñeco vudú
que representa mi rostro,
mis manos y mi vientre.
Tú y yo besándonos,
retozando como salvajes en el escaparate de la tienda.
Sabiéndonos vistos ,
como el niño que sabe de los reyes
y sigue recibiendo regalos (tan desorbitados)
que resultan mágicos;
ése saber etéreo, tibio,
que se confunde con la ignorancia profunda.
Y tú
y yo
todo lengua y dientes.
Todo babas.
Y los ojos ancianos nos gritan y maldicen, pero miran.
Su verborrea me llama indecente y descarada,
pero me miran lamerte
y entre sus caderas llenas de metal pasa algo.
La vejez despierta
y nos gritan palabras de asco,
pero miran
el vaho en los cristales
con ojos de fuego.
1 comentario:
Buenas labios sexy, jaja.
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