Sonaba a río. A frío.
Daba mucha pena
ver todos aquellos parches.
Soluciones temporales
que se traducían en
prolongada realidad.
La miseria del siglo XXI.
Y lo tapábamos con ordenadores
con ropa y con cenas.
Con lejanía.
Si no lo pensábamos
apenas dolía la vergüenza.
Tú mentías, yo,
con tono burlesco, escupía
la realidad fingiendo que mentía.
Al menos nos quedaban
el corazón y los libros.
Las conversaciones y las peleas.
En todo aquel desastre
entre ruinas
gritos y risas
(a veces truco para esconder la tristeza)
Había mucho amor.
Miseria, crueldad y amor.
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