-Poémame- dijo
y puso su mano
tan cerca de mi cara . . .
Es otra la mirada
que me ofrece el tiempo
de cuando fuí amapola
frágil y emborrachaba
con mi sobriedad
a terceros tercos.
Los ojos que hoy te miran
no son aquellos.
A penas coincide su color.
El cansancio acumulado
se refleja cuando miro.
Ni me atrevo
a tocarme la cara.
No espero nada ya.
Estoy sembrada
de dudas de pasado,
pero el futuro lo tengo claro:
elijo el azul . . .
y en mi casa.
Los ojos con que te miro
no son los que recuerdas
de cuando era niebla
espesa y cegaba
a segundos secuencialmente
sesgados...
No son estos (los) ojos,
ni esta (la) mirada.
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