La lluvia ya no llora,
es verano.
Pero
aun quedan ojos
que hacen charcos.
Y la pena
o el viento,
como un otoño eterno
se instala
en los días donde verdad
quema.
Soporto
entre el ánimo y los huesos
mi pasado,
pero el futuro
me arranca gritos y silencio.
Y como bote de madera
apolillada
y me inundo
y me ahogo en charcos
propiedad de ojos.
Lejos de estar lejos
ninguna nube llora.
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