Una vez,
hace mucho,
conocí a un argentino llamado M.
Me dio tanto asco
su manera de verme
carne
que tuve que matarlo.
Me acerqué tanto a su cara
que le absorbí el espacio argentino-vital,
que no sé si lo saben,
pero eso
es muy poco espacio.
Le dije,
casi en un susurro y
entre dientes:
"para ti, NO soy más
que conversaciones"
PARA TI, se recalcó en mi mente.
Y después,
justo después
sin dejar hueco
a una réplica/labia
le clavé una lanza
a la altura de la garganta
y retorcí.
No soy más que conversaciones.
Para ti.
Y mi cuerpo
se hizo río pensando
en los lugares que visitaría
con cualquier otro tú.
1 comentario:
Cruel... pero al final la hipocresía de mirar y hablar la decidimos sin hablar ni mirar.
O quizá no es cruel,
es real.
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