Porque ese es el modo de clasificar las penas: una relación entre su peso y su volumen.
Tengo los ojos cansados, pero sé hacer lo de la mirada viva. Y de eso vivo: de calmar corazones con mis ojos.
De eso y de milagro.
De eso y de milagro.
A los diez y nueve años, decidí que yo no iba a ser una mujer cualquiera. Yo sólo iba a ser una mujer. Entonces me desprendí de: cualquier-cosa y dejando (de)atrás miles -millones- de cosas me hice una mujer y me quedé huérfana.
1 comentario:
Si vives de calmar corazones con los ojos, bueno, de eso y de milagro... ya no eres solo una mujer.
Encantado Goya,
saludos huérfanos afectivos.
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