Había nacido para morir,
misión ineludible.
Las paredes, sin embargo,
nacen para proteger,
y no todas mueren,
o eso creo.
Una vez soñé que
todos éramos pájaros
y que vivíamos del aire,
que no había distancias,
ni fronteras.
Ni mucho menos mentiras.
Luego me desperté y
me volví a dar cuenta de que había nacido,
y que eso conllevaba,
al menos,
una misión.
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