El mismo poder que ayer nos acercó
hoy nos separa.
No,
no nos separa,
nos (de)muestra la distancia,
telaraña demasiado frágil
para soportar rayos
de vida y muerte.
Me doy media vuelta
con la cabeza a media altura,
un ángulo exacto,
ni alta ni baja.
El infinito horizonte se escapa
de mi limitado campo de visión.
Bajo la cabeza,
la subo,
la devuelvo a su sitio y
cierro los ojos.
Mañana lo veré todo distinto.
O no...
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