¿Qué sientes?
-Nada.
O algo.
Indiferencia. Como una pena lejana.
Una lástima que no es mía,
que dejo de mirar y se me pasa.
Como cuando en la tele salen los niños de África hambrientos, que en cuanto quitan la imagen
se te va la pena.
Eso siento frente a lo que llamas dolor y que dices que es mío.
Eso es lo máximo,
o eso o indiferencia.
A veces me da tanto miedo sentir tan poco, que pienso que sólo este miedo es real.
Y después: calma, todo en mi vida se reduce a la calma.
-¡Menudo auto control!
-No. Si tuviera que controlarme no sabría,
no hay control, hay ausencia.
Y apretó sus labios contra el pecho de su amante.
Cerró los ojos, apoyó la cabeza y se dejó dormir.
Lo más fácil
(siempre) es
entregarse al sueño.