miércoles, 31 de octubre de 2012

"Es todo y lo contrario."

- L., mira al dolor a los ojos.
¿Qué sientes?

-Nada.
O algo.
Indiferencia. Como una pena lejana.
Una lástima que no es mía,
que dejo de mirar y se me pasa.
Como cuando en la tele salen los niños de África hambrientos, que en cuanto quitan la imagen
se te va la pena.
Eso siento frente a lo que llamas dolor y que dices que es mío.
Eso es lo máximo,
o eso o indiferencia.

A veces me da tanto miedo sentir tan poco, que pienso que sólo este miedo es real.

Y después: calma, todo en mi vida se reduce a la calma.

-¡Menudo auto control!

-No. Si tuviera que controlarme no sabría,
no hay control, hay ausencia.





Y apretó sus labios contra el pecho de su amante.
Cerró los ojos, apoyó la cabeza y se dejó dormir.
Lo más fácil

(siempre) es 
entregarse al sueño.


lunes, 29 de octubre de 2012

No quiero nada, (¿significa eso que quiero algo?)

Pongamos como ejemplo a un ave,
el cielo estrellado y,
a lo lejos,
(¡lejísimos!),
un acantilado.

Imagínate que, como a mi,
al ave le gustan los versos impares y
los días pares,
(a no ser que sean múltiplo de tres)
y que cada vez que llueve llora porque es más fácil disimular.

Imagínate,
un imperativo que no manda.

Yo no quiero nada,
lo que quiero es todo,
y si no...:

"Vea usted. . . Mariposas blancas. . ."

Hay tantas maneras de hacer que algo sea cenizas,
que a veces
pienso que el fuego es ridículo.

jueves, 25 de octubre de 2012

Yo, una vez, viví en una casa con un vestidor.

El abrigo llevaba tanto tiempo en el armario,
que empezaba a dudar de la existencia del invierno:

Todo fue un sueño.

Así piensan los abrigos,
digo yo.

Entonces comprendió lo que era el amor.
Y cedió
la percha
con un crack húmedo: madera añeja.

El desgaste fue en el suelo.
El desastre en las mangas,
a la altura de los codos.

Hay
demasiados muertos
en los párpados de los supervivientes de una guerra.

Y yo lo siento,
pero en mi armario no hay sitio para tu ropa.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Yo, en la ciencia es donde he hecho los mayores actos de fe, porque se podrán probar las cosas, pero sospecho, que la mayoría no llegaría a entenderlas ni en mil años, luego...: acto de fe.

O hablemos de cosas etéreas,
(o de poner los pies sobre la mesa del salón).

Y los besos, 
¿qué hay de los besos? 
Están por todas partes.

Pero no hay 
nada
tan íntimo
como un abrazo:
pecho contra pecho.
Los latidos:
orquesta.

Entonces pintamos las paredes del salón
del amarillo más ofensivo que se había visto.
Y nos reímos,
nos cansamos y jugamos a trabajar 
tirados en el suelo.

Echo de menos pintar las paredes de casa.
Eso y los domingos.


lunes, 22 de octubre de 2012

¿Sobre qué puedo escribir? Sobre una mesa y un papel.


O sobre:

 lo que se siente cuando no se siente nada,

cómo se escapa el tiempo
(entre los dedos),

el miedo que me da ser tan racional.

todo lo que duele, o por qué ya no duele nada 
( : ninguna cosa, ningún dolor).


O sobre las rodillas, en un cuaderno.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Buenas noches Nostradamus


Son más de las seis. Esto es algo que se puede afirmar, sin miedo a equivocarse, desde que uno tiene más de doce horas de vida.

La pregunta entonces es: ¿qué hacemos todos vivos?

Pues eso: vivir. Cuya definición de diccionario debería ser: el verbo que contiene a todo el resto de los verbos.

Visto entonces que la profecía no se ha cumplido (otra vez, o sea: ninguna) decido profetizar:
“El mundo se acabará un día en los próximos cien años” y así elimino el mayor de mis miedos: vivir el fin del mundo.

L., el resto de tu vida podrás dormir tranquila.

martes, 9 de octubre de 2012

"Inevitable significa que no se puede parar."

Había nacido para morir,
misión ineludible.

Las paredes, sin embargo,
nacen para proteger,
y no todas mueren,
o eso creo.

Una vez soñé que
todos éramos pájaros
y que vivíamos del aire,
que no había distancias,
ni fronteras.
Ni mucho menos mentiras.

Luego me desperté y
me volví a dar cuenta de que había nacido,
y que eso conllevaba,
al menos,
una misión.

jueves, 4 de octubre de 2012

Reconocer, conocer, re-conocer (y otras sutilezas)

Todo el que me reconoce
sabe que tengo los ojos
oscuros y pequeños.

Todo el que me conoce
sabe que mis ojos a veces miran
pero no ven.

Todo el que me re-conoce
ve como se ha ido el enfado
cambiando las miradas por sonrisas.

Y todo el que me mira
no me ve.

Demasiadas Ls en poco espacio.
Demasiado espacio
para esta L.