sábado, 26 de febrero de 2011

A veces olvido que puedo volar.
Que siempre pude.
Sola.
Acompañanda y sola.

Que no me gusta
que me acompañen cuando lloro.

¿Sabes? Tengo los ojos cansados
de mirar(te) en sueños,
exhaustos de llorar por el frío
que petrifica la casa.

Tengo el cuerpo lleno de llagas,
los huesos rotos de tanta pelea.
De luchar para salvarme de
mi y de ellos.

Agotada.

Me repugna.
Todo esto tuyo y mío me repugna.
Y aquí, de este modo y con estas ropas
intento ordenar el desastre,

y así (jodidamente doloroso)
intuyo el futuro, tocando la distancia
que es aire y árboles,
y sé (y duele) que moriré entre recuerdos.

A veces... olvido que puedo (intentar) volar.
Que antes pude.
Sola.
Acompañada y sola.

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