lunes, 2 de marzo de 2009

Ahora que el destino nos ayudó a ser aire

Y ¡fíjate! Cómo hemos cambiado...
A pesar de todo lo que juramos...
De todos los pactos de sangre. De todas las conversaciones,
casi siempre incabadas
(¿Por qué nunca conseguíamos decirlo todo?,
aunque puede que ese fuese el secreto...),
y de todo lo demás, de lo que nunca fuímos capaces de hablar pero que sabíamos...

A pesar de las lágrimas...
El problema puede que fuese que llegaron tarde,
de qué nos sirvió llorar a destiempo...
¡Si hasta las lágrimas tienen su momento y su por qué...!
(me lo dijo alguien que me presentaron como sabio,
pero no sé si creérmelo...)

Curioso el modo en que me miraste la última vez.
Y no se me ocurrió devolverte la mirada...
Supongo que confiaba en que no fuese la última...
Ya sabes: yo y mis teorías.

No descarto escribirte una carta y
ponerte al día (en la noche...¿te acuerdas?, seguro que no...)
No, en realidad no voy a decirte nada,
para qué ahora que el destino nos ayudó a ser aire...

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