Te ví llorar
lágrimas azules,
o verdes,
lágrimas color turquesa.
Tú decías que
era el viento,
el viento era
quien te hacía llorar,
pero yo veía
en tu mirada
desdibujada por el llanto
que llorabas por el desierto,
por el desierto
que habías creado,
por las tierras infértiles
que habías comprado
con esfuerzo
para cultivar.
Tierras para
tu cosecha.
Tierras infértiles
que habías ganado
a pulso.
Ni siquiera
los gusanos renacían.
Habíamos
vuelto a engañarnos.
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