lunes, 1 de febrero de 2010

Sólo podía...

En su mirada,
más envejecida por la enfermedad que por los años,
se entreveían guerras inacabadas
batallas vividas
cada una de las veces que había abierto fuego.

Sólo podía llorar.

No estaba en paz. Por eso luchaba por vivir,
para asegurarse de que su muerte
fuera descanso bajo mármol tallado.

Sólo podía rezar.

Quería arrepentirse antes del final, antes de
sospechar un castigo...

quería recuperar la cordura
que tuvo de niño,
la que le robaron con la vida de su padre.

Sólo podía llorar.

Querer no era suficiente,
no alcanzaba, (casi nunca alcanzaba...)
le quedaba entregarse al castigo como el pecador que todavía hoy es.

Sólo podía rezar.

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