miércoles, 19 de agosto de 2009

Derrepente y de cuajo.

Te arrancaría las entrañas,
así derrepente,
derrepente y de cuajo...

y me quedaría mirando
hasta que la sangre me tiñese los pies

para dejar huellas a tu costa
mientras tú te desintegras.

¿Qué soy mala...? Puede.

Pero eso es algo que
no se puede cambiar.

Si alguna vez controlé mis actos,
cómo controlar mis pensamientos...

Tendrá que servirnos esto,
pensar que de momento no lo haré.

¡Pero! voy a pedirte un favor:
No te mueras, (¡no del todo...!),
sin haber hablado conmigo...

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