viernes, 7 de agosto de 2009

Tropiezo con la tristeza.

Los tejados sólo ponen límites a nuestros pensamientos.


Caminemos juntos bajo la tarde gris,
con las manos agarradas,
pero no agarradas al abrigo
como hacíamos cuando estábamos solos...


Hoy, como siempre
pero no como todos,
tenemos los pulmones llenos de aire,


hoy nos duele el alma
porque el cuerpo está fuerte,
porque nuestros huesos aun pueden
con el peso de los años, con el paso del tiempo...


¿Qué me queda prima, amiga,
sino dar las gracias por está tristeza inútil?
Esta tristeza a la que le busco por qué,
porque esto sólo responde al inconformismo del ser humano,


humana eres tú
y también lo soy yo,


esta queja quiere decir que a mi,
aunque no sepa verlo,
todo me va bien.

Porque no hay alegría sin tristeza
porque sólo el dolor
nos hace comprender
la ausencia de él.


Porque hoy,
(aquí y por esto),
en esta tarde gris
me alegro de tropezarme contigo,
Tristeza,
y te escupo en la cara mi alegría

y mi saliva no cura,
no soy suficiente perra...

Porque hoy
(aquí y por esto),
en esta tarde gris
me alegro de tropezarme contigo,
Tristeza.


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