miércoles, 2 de noviembre de 2011

Martes o miércoles

Los martes son días para merendar. Es una regla no escrita que llevo años saltándome. Todos supimos siempre que yo había nacido rebelde. Y supimos también donde acabaría.
En las paredes he escrito nombres para poder olvidarme de que tengo cicatrices en el cuerpo. Y ahora no echo de menos nada más que el puré de patatas en las cenas.
Estoy a mil millones de años luz de otros cuerpos humanos. Las mentiras que cuento son para cerrar el grifo. Que la manguera de su jardín deje de mojarlo todo. De convertirme en apenas media imagen a la que escupir. No me digas que no vas a echarme de menos. Porque sé que duele. Sé que te encanta imaginar que me pegas. Empujones. Hasta aprisionarme contra la pared. Echo de menos escuchar respiraciones en mi oido. Mentira. Sólo el puré de patata, en las cenas.
Susurro. Los susurros excitan. Lo dijeron el otro día en la tele. No siento nada. Ni duele, ni paz. Palabras. Por ejemplo llanto. O lluvia. O pelo. O aséptica. Todas las palabras del mundo. Y aun nadie supo describir el sentimiento . . .

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