sábado, 29 de diciembre de 2012

¿Crees que si estuviese loca distinguiría las cerrillas de las velas? También sé que los unicornios sólo existen en los libros, y en las películas, y en los sueños . . .

Estoy hablando con las paredes.
Esto incluye, también, el techo,
al que miro con rabia,
y el suelo,
al que piso con furia.

Estoy llorando
entre estas paredes,
cierro las ventanas para que no puedan oírme,
extiendo las cortinas para que no puedan verme.

Y grito
rabia
en una frecuencia para perros y murciélagos.

Y me temo,
que a partir de ahora,
soy de la noche,
me temo. . .
porque yo quiero luz, quiero luz.

Al menos enciende las velas,
aunque todo arda.
Aunque todos ardamos.

Eso:
Que todos ardamos . . .

1 comentario:

morpheus dijo...

Como siempre, la vida termina siendo este hablar con las paredes, esta rabia, este llanto, este juego que jugamos, a veces sin saberlo.
Como siempre la noche termina reclamándonos y las velas, de cabelleras refulgentes, cegadores, terminan siendo nuestra única chance a la luz, aunque el fuego se trague todo, aunque la oscuridad se vuelva blanca.