cuenta atrás.
Todos tenemos miedo al espejo;
cada arruga, surco, mancha.
Cada aviso del tiempo que pasa,
(tic-tac)
a través del reloj, de las paredes
y de cada pliegue de la piel.
Tras mis manos está la caricia inocente,
tras mis labios
el beso lascivo,
puntada sin hilo,
tic-tac,
en las paredes hay restos de miedo
y de otros fluidos.
2 comentarios:
Gracias
El proyectil no viene al final de la cuenta regresiva; o si viene, es en forma de confirmación, de culminación, de clausura. El verdadero proyectil no es único ni es, tampoco, decisivo. El verdadero proyectil hiere una y otra vez a cada instante, deformando la carne, vaciando la sangre, calcinando el alma. Su sonido final sigue siendo el silencio, pero en el entretiempo su detonación insistente es mucho más sutil y conocida: un susurro leve, un movimiento imperceptible, un mudo e implacable girar sobre su eje. Tic-tac-tic-tac. Una sucesión indivisible de pequeños aullidos que sin embargo esconde, entre alarido y alarido, un pequeño abismo infinito, que es la muerte.
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