jueves, 30 de octubre de 2008

Colabore señora. ¡Colabore! ("Lluvia y otras pequeñeces" de la vida...)

Ohhh... Uno de esos días que llueve... Pero claro la solidaridad no es solidaridad si nadie te lo agradece ¿verdad? si no hay foto de un niño desnutrido que te da las gracias, si los de donaciones de sangre no te mandan una carta que te hace ver a la cantidad de vidas que se han podido salvar gracias a ti...
Y claro mientras todos (sobre todos las ancianas que se niegan a serlo) se creen solidarios nadie es capaz de apartar su paraguas para que quepamos todos, moverte un poco tu un poco ellos, una leve colaboración...pero no, tú haces lo que puedes para pasar pero al otro lado tienes la verja de un colegio y no puedes apartarte más!!! entonces...RAS!! te empujan!!
Por no hablar de esas personas que además de llevar paraguas se quedan con los tejadillos, ¡¡los tejadillos!! compartan por dios...tu mojandote intentando correr, adelantar...todo ello imposible.
Con lo fácil que podría ser convivir...
En fin que me resigno, de todos modos yo aquí lo dejo:
Ofrezco sonrisas por solidaridad ante la lluvia...
...y otras "pequeñeces" de la vida...

2 comentarios:

Zul dijo...

Pensando un poco en tu reflexión me recorde de este texto que me paso Kyke hace un mes o asi.

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mí clase caminando de regreso su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por qué se estará llevando a su asa todos los libros el viernes? ¡Debe ser un "nerd!".
Yo ya tenia planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.

Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él, cuando lo alcanzaron, le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus anteojos volaron y cayeron en el pasto como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus anteojos.

Vi lágrimas en sus ojos. Le acerque a sus manos sus anteojos y le dije, "¡esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto!". Me miro y me dijo: "¡Hola, gracias!" Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayude con sus libros. Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por que no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada. Caminamos hasta casa.
Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico.
Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado, conmigo y mis amigos, y acepto. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos. Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me pare y le dije: "Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se rió y me dio la mitad para que le ayudara. Durante los siguientes cuatro años, Kyle y yo nos convertimos en los mejores amigos.
Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo iría a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol. Kyle fue el orador de nuestra generación.

Yo lo cargaba todo el tiempo diciendo que era un "nerd". Llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que realmente se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos y se veía bien con sus anteojos. ¡Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban! ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso... Hoy era uno de esos días.

Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que, le di una palmadita en la espalda y le dije: "Vas a ver que estarás genial, amigo". Me miro con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió. "Gracias" me dijo. Limpio su garganta y comenzó su discurso: "La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos.
Yo estoy aquí para decirles a ustedes, que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir, y a propósito, les voy a contar una historia. Yo miraba a mi amigo incrédulo, cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse. Habló de como limpió su armario y por que llevaba todos sus libros con él, para que su mamá no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me miraba fijamente y me sonreía.
"Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable". Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. Recién en ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras: "Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. (No se ponerlo en cursiva!!!, asi que te lo imaginas :D)

No hace falta irse a Africa a ayudar, muchas veces con muy poco se consiguen grandes cosas con los que tienes más cerca.
Y hablando un poco de todo.
Me dio por buscar la definición de solidario en el diccionario de la Rae y cual fue mi sorpresa cuando descubri que para definirlo utilizan la palabra "obligación".
Me resulta contradictorio, la verdad.

Lau tú sigue repartiendo sonrisas que fijo que el mundo va a mejor jajaja

¡Muas!

Xuvia dijo...

cuanto cambiarian las cosas con los pekeños gestos.
el mundo esta falto de ellos Lucecilla!!

yo sigo ofreciendo sonrisas...pal k las kiera!!