martes, 25 de junio de 2013

Por ahí no se va a Malibú

Miro el espejo del tiempo
en el rostro de mis padres.

Los ojos,
hundidos en las cuencas;
la frente,
surcada de arrugas que
señalan el suelo
con ligereza.

Ése
es mi padre.
Eso
lo que queda de él.

Luego está la piel suave,
tersa, de una cara lunar;
unos labios diminutos
que ocultan
la posibilidad
de una sonrisa.

Ésa
es mi madre.
Esa casa
donde me crié.

Miro el espejo del tiempo
en el rostro
oscuro
de mis padres.

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